El 15 de junio está establecido como el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a las Personas Mayores. Y en 2020, esta fecha es más sangrante que nunca. Si en condiciones normales, en España, se estima que, al menos un 7% de la población mayor de 65 años sufre maltrato físico, psicológico o financiero, durante la crisis de la Covid-19 las costuras de una realidad silenciada como ésta han saltado por los aires.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que sólo uno de cada 24 casos de abuso o maltrato a personas mayores es denunciado o notificado (y, aún así, la OMS calcula en un 17,5% la incidencia del maltrato en mayores de 60 años). Así de naturalizado está, pero ha sido difícil ocultar la dramática situación, por ejemplo, en la que están miles de personas mayores que están en residencias. Aunque no hay datos completamente consensuados, la información facilitada por las Comunidades Autónomas suma 19.440 víctimas mortales entre las personas que viven en una de las 5.457 residencias para mayores que hay en el país. Se trataría del 71,6% de las víctimas mortales. Pero si la cifra de muertes es apabullante, la situación de miles de personas que han pasado el confinamiento solas, aisladas y con graves problemas de atención encaja, evidentemente, en el patrón de abuso o maltrato.
El perfil que dibujan los pocos estudios que hay sobre este fenómeno, dibujan un perfil de víctima del maltrato más severo que corresponde a mujer, mayor de 75 años y, en la mayoría de casos, viuda. Pero, en general, también nos muestran una serie de hechos de maltrato que pasan inadvertidos:
- Edadismo: discriminación por edad. Hay muchos gestos cotidianos que conforman una constelación de microedadismos que afectan a la autoestima de las personas mayores y a su lugar en la sociedad. Los estereotipos sobre el ‘carácter’ de las personas mayores, la homogeneización de las mayores como si todas fueran iguales, la infantilización en el lenguaje y el trato, el abuso de las personas mayores como cuidadoras no formales… El edadismo está en cada esquina. Además de suponer un atentado contra los derechos humanos básicos de las personas, el edadismo supone, en muchos casos, una agresión psicológica a las víctimas. Por desgracia, no sólo las personas practican el edadismo, sino que empresas, instituciones y servicios, suelen caer también en la trampa de los estereotipos negativos sobre la vejez.
- Maltrato físico: Afecta especialmente a las personas que tienen mermada su autonomía física o cognitiva, pero hay muy pocos datos sobre una realidad silenciosa como esta.
- Maltrato sicológico: si el edadismo es la discriminación en el ámbito social, en el interior del hogar se traduce en muchas ocasiones en un maltrato sicológico directo.
- Abuso financiero: Las pensiones o ahorros de las personas mayores son, a veces, el disparador para una combinación de maltratos y abusos que buscan quedarse con una parte o con el total de esos recursos económicos de las personas mayores.
- Negligencia: Tanto en entorno familiar, como en residencias de mayores, se producen actos de negligencia en el cuidado y atención a las personas mayores y esa falta de cuidado es una forma de abuso y maltrato.
Desde UNATE, La Universidad Permanente, trabajamos para sensibilizar a la sociedad y a las instituciones sobre esta lamentable realidad, pero tu también puedes ayudar. ¿Cómo?
- Habla del tema en tu entorno familiar y social.
- Autoevalúa tus actitudes. A veces, con la mejor voluntad, infantilizamos o privamos de su autonomía y dignidad a las mayores que nos rodéan.
- Ten en cuenta que no hay dos personas mayores iguales. Entiende
- Si eres testigo o presencias algún caso de maltrato o abuso a mayores notifícalo a las autoridades de servicios sociales o busca ayuda.
- No minimices los casos de discriminación y colabora a que en tu entorno laboral o social se cambien los imaginarios sobre las personas mayores.