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  • Grupo Social UNATE lanza una campaña para hacer conciencia sobre las invisibilización de las violencias de género hacia las mujeres mayores
  • Las expertas participantes en un encuentro internacional alrededor del 25N señalan los errores del sistema a la hora de visibilizar y acompañar a las mujeres mayores sobrevivientes de la Violencia de Género

Hasta ahora, el movimiento feminista no ha dado importancia a las violencias múltiples que sufren las mujeres mayores, pues son las que menos ayudas reciben y por tanto son las más invisibilizadas. Así lo reconoció la escritora, profesora y activista feminista italo-estadounidense, Silvia Federici, durante su intervención en la jornada internacional “La violencia de género contra las mujeres mayores: nombrar lo invisibilizado”, convocada por Grupo Social UNATE el pasado viernes 22 de noviembre. El encuentro contó, además, con ponentes del País Vasco, Cataluña y Veracruz (México), moderadas por Mónica Ramos Toro, gerontóloga y coordinadora técnica de UNATE.

La autora de Calibán y la bruja insistió en que “la caza de brujas no ha terminado, se sigue persiguiendo a mujeres mayores en varios países con la idea de que estas mujeres no tienen derecho a vivir, no tienen derecho tener recursos o acceso a alguna toma de potestad”. Federici, también conocida como “maestra de feministas” puso el dedo en la llaga al reconocer que tras las violencias que suponen el parir, el acoso sexual, el trabajo no remunerado se suma el “miedo a hacerse vieja”. Ha habido un cambio histórico, continuó, porque en el pasado los viejos/as eran sabios/as y eran los que tenían experiencia. En cambio, añadió, hoy en día las mujeres temen llegar a la vejez porque ya no son productivas, son desvalorizadas dentro del sistema económico neoliberal y para “mantenernos tenemos que hacer muchas cosas”. “En realidad, es una violencia que destruye la vida de muchísimas mujeres, golpeadas psicológicamente porque las hacen sentir una carga con sus hijos, hay una violencia económica adicional”, enfatizó Federici desde Nueva York. A dos días de la conmemoración del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Federici lamentó que después de “tantos años de feminismo haya mujeres de 70 y 80 años que no tengan nada que sea suyo”.  Y terminó su intervención con una sentencia: “No podemos seguir hablando de feminismo como si las mujeres viejas no existieran”.

Neus Pociello Cayuela, especialista en gestión de proyectos sociales a nivel local y europeo y quien ha sido asesora del Gabinete de la Consejera de Igualdad y Feminismos de la Generalitat de Catalunya, compartió su experiencia para mejorar las políticas públicas dirigidas a la prevención, detección y atención a la violencia machista en mujeres mayores. En su experiencia, las políticas públicas de “talla única” no funcionan “porque no hay personas de talla única” y tampoco son “neutras” porque están diseñadas para perpetuar la existencia de las desigualdades. Es decir, que no está enfocadas a erradicar estas violencias contra mujeres mayores por lo que hacen que esa realidad siga existiendo.

Puso como ejemplo la recogida de datos cuantitativos que se hacen en los servicios sanitarios en los que “ponen a las mujeres mayores de 60 años en el mismo cajón”, con lo que nunca se sabrá la edad de otras mujeres mayores que hayan acudido a esos servicios, dejando fuera a las de 70, 80 y 90 o más. “Es ahí donde el sistema genera sesgos, no nos permite ver esa diversidad”, precisó. A su juicio, es urgente cambiar la forma en que se recopilan esos datos “porque si no, no se puede dar una respuesta que garantice derechos a las mujeres mayores”.

Pociello Cayuela advirtió que si la violencia de género hacia las mujeres mayores no se mira desde la interseccionalidad entre el machismo y el edadismo, como mínimo, será casi imposible conocer y responder a otros tipos de violencia como abandono, negligencia, soledad no deseada o vulneración del derecho a la intimidad. “[Las violencias contra las mujeres mayores] son estructurales, no se trata de un tema personal sino del propio sistema, que vive y se desarrolla de que unas personas estén viviendo desigualdades y otras personas sí”, concluyó Pociello.

Arantxa Núñez Alcaide, máster en Intervención en Violencia contra las Mujeres, contó su experiencia en la puesta en marcha del programa “Vidas libres de violencia machista” en el municipio de Portugalete (Vizcaya) dirigido a mejorar la atención y disección de servicios municipales a este grupo poblacional.

En resumen, el programa fue un documento en el que se plasmaron formas de violencia que aún no estaban consideradas como talas, como “la violencia por omisión de cuidados” que se da cuando el hombre es el cuidador y decide que entre o no el servicio de ayuda a domicilio a atender a su mujer. Eso, ahora, es una “bandera roja” para los trabajadores de los servicios sociales. Lo que allí llamaba la atención, añadió, no era solo la violencia ejercida por la pareja o expareja, sino las violencias “que empezaba a emerger”, como las de los hijos hacia sus madres. “Hijos retornados al hogar, en algunos casos, maltratadores de su pareja que tenían una orden de protección o una separación que se iban a casa de la madre que reproduce ese contexto”. Este contexto era muy difícil para que la madre viera que su hijo era un maltratador. Núñez Alcaide añadió que se dio formación a 140 profesionales para detectar casos de riesgo, entre otras acciones.

A nombre de la Colectiva Sobrevivientes de Feminicidio, desde Xalapa (Veracruz, México) participó Ana Valderrama, quien destacó que la violencia machista es la antesala del feminicidio. En un país en el que se registran 12 feminicidios al día, añadió, la colectiva se dedica a acompañar —a veces a la distancia y con la ayuda de las tecnologías digitales— a aquellas mujeres que han sobrevivido a ataques en los que podrían haber muerto.

Sin ningún tipo de subvenciones, políticas públicas o programas, las integrantes de la Colectiva se acompañan entre ellas para sanar algo que “se murió” o se rompió en ellas al recibir un ataque machista. Ante la casi imposibilidad de obtener la reparación del daño del maltratador, dada la burocracia en los procesos judiciales, buscan “sanar” los traumas que arrastran tras un ataque violento mediante diversas terapias, entre la que se encuentra la de escucha. “No queremos venganza, queremos encontrar la paz, la dignidad y la restauración de nuestros proyectos de vida”, acotó. Valderrama puso en duda que la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, vaya a incluir en su agenda la atención o prevención de los feminicidios en ese país.

En la jornada internacional, Ramos Toro presentó la campaña “Violencia de género y mujeres mayores: nombrar lo invisibilizado” que consiste en un vídeo de 3:27 minutos, protagonizado por cinco mujeres mayores, voluntarias de UNATE, La Universidad Permanente de Cantabria, en el que pronuncian frases dirigidas a identificar la violencia de género en personas mayores. “Si tu marido quiere saber en todo momento dónde estás y con quién. Si no te deja que te arregles como quieres. Si te prohíbe salir sin él. Todo esto es violencia”, son algunas de las líneas.

Las frases que aparecen en el vídeo tienen como base el “violentómetro” construido para detectar violencia entre los alumnos del Instituto Politécnico Nacional de México, pero ahora adaptadas en España por el Grupo Social UNATE al contexto y también a un lenguaje audiovisual. El vídeo y el violetómetro se pueden consultar en una landig page preparada para ello en el que UNATE pone a disposición otros materiales relacionados con la Violencia de Género que sufren las mujeres mayores.

“Este año 2024 desde el Grupo Social UNATE hemos vuelto a incidir, tal como venimos haciendo los últimos años, en la violencia de género más invisible y silenciada: la que sufren las mujeres mayores”, resaltó Ramos Toro. Las mujeres mayores son quienes la llevan sufriendo durante más tiempo, son a las que más les cuesta identificar que lo que sufren se llama violencia y son las más invisibles para las administraciones públicas y profesionales que no han promovido recursos dirigidos a ellas ni identifican sus malestares y dolencias como la consecuencia de llevar décadas sufriendo violencia en sus relaciones de pareja.