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Opinión: La (im)posibilidad de SER siendo mayor

Mónica Ramos Toro. Geroantropóloga feminista. Coordinadora técnica del Grupo Social UNATE.

Este 1 de octubre Día Internacional de las Personas Mayores desde el Grupo Social UNATE queremos reflexionar sobre qué significa SER una persona mayor en 2024. La respuesta es mucho más compleja de lo que podríamos pensar y esto por múltiples motivos.

Primero, porque la posibilidad de “ser” está muy restringida a medida que cumplimos años y entramos en esa etapa innombrable que se llama “vejez”. Si queremos ser personas autónomas, atrevidas, sexuales, emprendedoras o lo que nos dé la gana, parece que tenemos que pedir permiso para serlo, tratar de contrariar lo menos posible a quienes nos rodean y “empoderarnos” para capear las opiniones que nos convierten en “seres” frágiles, dependientes y sin capacidad para saber lo que deseamos. Pasar de ser una persona adulta a una persona mayor, es decir, simplemente cumplir años, supone todavía a día de hoy una travesía cargada de estereotipos negativos, de prejuicios edadistas para la que hay que colmarse de paciencia y sentido del humor.

Segundo, cuando hablamos de “persona mayor” ¿a quién nos estamos refiriendo? ¿Nos imaginamos la pluralidad que representa esta categoría? ¿O pensamos que de repente las personas jóvenes con toda su diversidad, que se convirtieron en personas adultas heterogéneas, cuando se hacen mayores pasan a ser todas iguales? ¿El género, la orientación sexual, el estado civil, la clase social, el origen, el hábitat, el bagaje educativo… ya no establecen diferencias ni tampoco desigualdades en las vejeces? Resulta agotador tener que evidenciar todavía a día de hoy la diversidad como el aspecto más relevante del hecho de envejecer, pero es imprescindible insistir en ello, dado que sigue instalada la narrativa de la homogeneidad con el peligro que esto tiene para poder “ser” lo que se desea en una sociedad patriarcal, heteronormativa, capitalista, xenófoba, racista, urbanita, entre otras. Querer ser y conseguirlo no es sólo una tarea individual, sino un reto social y colectivo que implica problematizar el envejecimiento como proceso y la vejez como una etapa más del curso vital.

Tercero, para poder “ser” en el sentido más amplio del término, tenemos que habitar un cuerpo que nos posibilite la existencia misma. Y aquí llegamos a uno de los aspectos más controvertidos: los cuerpos envejecidos son menospreciados en una cultura que ensalza lo juvenil como ideal normativo de corporalidad. Por supuesto, todo esto tiene muchas aristas. No es simplemente ser o parecer joven, sino serlo de una determinada manera. Tampoco afecta este ideal juvenil de la misma medida a los cuerpos leídos como masculinos que a los femeninos. Para nosotras “ser viejas” es lo menos parecido a poder ser, y lo más cercano a aparentar que no somos ni queremos serlo. Nuestro éxito se sitúa en la apariencia de lo que se supone que queremos seguir siendo, unas chavalitas viejunas. Y que decir tiene de los cuerpos que muestran algún signo de fragilidad: postura encorvada, utilización de bastón o muletas, un andador o una silla de ruedas. Como, según se dice, una imagen vale más que mil palabras, el cuerpo envejecido devuelve a la sociedad la imagen distorsionada de la imposibilidad, de la dependencia, de la falta de capacidades, convirtiendo al cuerpo en el mensaje.

Desde luego no es sencillo superar todas estas barreras y resulta aún más complicado intentar hacerlo de manera individual, como si el envejecimiento sólo lo experimentáramos y sintiéramos en nuestras carnes y nuestras mentes. Por eso, quienes formamos parte del Grupo Social UNATE, intentamos construir una tela de araña social y comunitaria que nos permite transitar de todas estas imposibilidades a maneras deseadas, posibles y diversas de habitar las vejeces. Pero además lo hacemos entendiendo que cada persona mayor ha llegado a serlo de muy diferentes maneras, así como habitan sus vejeces desde posiciones personales, familiares, económicas, sociales, etcétera, muy diversas. Acompañar a las personas mayores en sus procesos vitales, formar parte de sus vidas cotidianas, generar espacios de aprendizaje, escucha, disfrute, supone, para quienes formamos parte de estas entidades, una militancia de resistencia, pero también de cambio social. Porque no sólo creemos que otro mundo es posible, sino que lo es de manera relevante para quienes menos sienten que ese mundo les pertenece.

Ni que decir tiene, que sabemos lo insignificantes que somos para promover este cambio, pero esto no nos desanima, más bien todo lo contrario, nos impulsa cada día para imaginar proyectos nuevos y para afianzar los que ya sabemos por experiencia que ponen los derechos y los deseos de las personas mayores en el centro. Proyectos educativos como los que llevamos a cabo a través de UNATE, La Universidad Permanente, con más de 2.000 personas mayores inscritas cada año en los más de 30 municipios de Cantabria en los que proponemos actividades en diversas áreas de salud y bienestar, de arte y recreación, de ciencias sociales y humanidades, de aprendizaje de idiomas, de TIC, entre otras. Asimismo, proyectos que impulsamos desde la Fundación PEM en pueblos para potenciar la participación de las personas mayores -especialmente mujeres que son quienes más se implican-, con los que queremos visibilizar a la población mayor que es la que habita mayoritariamente en las comunidades rurales y que son un ejemplo de resistencia y de empoderamiento. Un ejemplo de ello es el Centro comunitario multiservicios Las Nieves situado en la localidad de la Población en Campoo de Yuso, en el que cerca de 100 personas del municipio, sobre todo mayores de 60 años, disfrutan cada semana de servicios como fisioterapia, actividades físicas, paseos saludables, y de una amplia variedad de talleres con un fin educativo y/o lúdico, o simplemente disfrutan de este espacio en el que tejen vínculos y generan comunidad. Un centro que en origen fue co-creado por las propias personas del municipio y que en la actualidad no sólo acuden como usuarias, sino que ellas mismas co-gestionan junto con el ayuntamiento y nuestra entidad. El éxito del Centro se apoya en un sistema de transporte a la demanda, que financia el ayuntamiento, gracias al cual muchas mujeres mayores pueden acudir de manera diaria. Recientemente este espacio ha sido reconocido por la OMS como una de las experiencias mundiales más relevantes promovido por y para las personas mayores de comunidades rurales, y que junto al Gobierno de Cantabria estamos replicando en otras zonas, especialmente despobladas y aisladas, como un recurso excepcional para combatir el sentimiento de soledad, el aislamiento social y para promover un envejecimiento con sentido Age Friendly World (World Health Organization)

Otro ejemplo del que nos sentimos especialmente orgullosas todas las personas que formamos parte del equipo del Grupo Social UNATE es el proyecto Legado – www.legadocantabria.org, apoyado financieramente en parte por la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Cantabria, por diversos ayuntamientos de la región, así como por otras entidades del tercer sector comprometidas con la participación social y los derechos humanos. Legado es, al mismo tiempo, un proyecto sencillo, pero tremendamente ambicioso, ya que recopila historias de vida de personas mayores de 70 años de toda Cantabria y lo hace con el objetivo de poner el foco en todas ellas dando valor a cada una de las vidas vividas. Estas historias orales contadas en primera persona suponen la construcción de una memoria colectiva a menudo poco escuchada y aun menos reconocida desde la mirada del presente que parece haberse tejido sin los hilos del pasado.  El registro documental que va acumulando Legado Cantabria con más de 150 personas mayores entrevistadas preserva este patrimonio intangible fundamental que se encuentra a día de hoy custodiado en la Filmoteca de Cantabria para su consulta y análisis.

En este Día Internacional de las Personas Mayores seguimos reivindicando la necesidad de que las políticas públicas pongan en el centro de sus acciones el envejecimiento como un proceso que transita nuestra vida y que nos lleva a unas vejeces diversas en las que deseamos vivir con la posibilidad de ser y de existir con dignidad, libertad y equidad. Vivimos en sociedades longevas y cada vez vamos a vivir una parte más extensa de nuestras vidas en lo que todavía hoy denominamos “vejez”. Cuanto antes entendamos que esto es un éxito social sin precedentes y nos pongamos todas y todos a combatir el edadismo que campa por sus anchas en la sociedad, antes conseguiremos que ser viejo y vieja se convierta en lo mejor que nos puede pasar.