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Si cruzamos los datos de los estudios disponibles sobre los abuelos y abuelas españoles, podemos concluir dos cosas: la mitad cuida en algún momento de la semana de sus nietos y uno de cada cuatro dedica entre 6 y 7 horas al día a esa tarea. Es decir: ser abuela o abuelo no es un título, sino una función social clave en los cuidados que ayuda logísticamente a los hijos e hijas pero que, ante todo, es elemento central en el sostenimiento de la vida. La universidad de Oxford analizó el comportamiento de 1.500 niños y niñas y detectó lo que quizá la sabiduría popular ya podría haber afirmado: “Aquellos que pasan más tiempo con sus abuelos tienen menos problemas emocionales y de conducta”. Ese cuidado de los abuelos y abuelas no solo es bueno para los más pequeños ya que la universidad determinó que “los adolescentes de padres o madres separados o divorciados salen especialmente beneficiados por este vínculo”.

El 26 de julio se celebra en España el Día del Abuelo y de la Abuela

¿Es la ‘abuelez’ una condición? Quizá es, ante todo, un estado de generosidad, de compartir sabiduría y cuidados sin la presión cotidiana de garantizar el día a día. Aunque hay periodos en los que abuelos y abuelas se han visto obligados a sostener económicamente a sus familias. De hecho, abuelas y abuelos han sido claves en estos años de crisis económica. El estudio que difundió en 2015 la ONG Educo destacaba que 8 de cada 10 abuelos o abuelas se convirtieron en el sustento de sus hijos, hijas y nietos. La mitad de ellos daba de comer o cenar a sus hijos, hijas, nietos y nietas.

Ese cuidado no siempre es tan radical. En el día a día, el papel que juegan abuelas y abuelos es saludable para niños y niñas y saludable para ellos. De hecho, este año hemos conocido el resultado de las investigaciones del Berlin Aging Study (Estudio sobre Envejecimiento de Berlín), que señala que “los abuelos que cuidan a sus nietos tienen un riesgo de mortalidad 37% menor que los adultos de la misma edad sin ninguna responsabilidad de cuidado”.

«Se ha sugerido que el sistema neural y hormonal, originalmente enraizado en la crianza de los hijos y, por lo tanto, el abuelo, que se activa en el proceso de cuidado, es un posible mecanismo inmediato que promueve el compromiso en el comportamiento prosocial hacia los parientes y no parientes por igual. La evidencia y la teoría sugieren que la activación de este sistema de cuidado tiene un impacto positivo en la salud y puede reducir la mortalidad del ayudante».

¿Podemos decir entonces que ser abuelo es saludable? Sí, pero con matices. Los expertos también nos advierten del llamado como Síndrome del Abuelo/a Esclavo/a que depende, básicamente, de cómo percibe la persona mayor esas responsabilidades del cuidado. Si la persona se siente sobrepasada, siente la tarea de cuidar de nietos y/o nietas como una obligación que le provoca estrés y no lo expresa por miedo a dañar o romper la relación con sus hijos y/o hijas… Entonces la ‘abuelez’ no va por buen camino. Ojo a este síndrome porque los geriatras nos advierten que puede estar detrás de trastornos como la depresión, insomnio, hipertensión arterial, diabetes, taquicardias o debilidad.

UNATE, desde 2015, desarrolla la Escuela de Abuelas y Abuelos, un espacio de formación y acompañamiento a personas mayores con nietos y nietas  que les ayuda a entender, procesar y gestionar su papel fundamental en el sostenimiento de la vida.