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Quizá parece una broma hablar de envejecimiento saludable cuando la crisis sanitaria del Covid-19 ha roto todas las costuras referidas al cuidado y acompañamiento de las personas mayores en nuestro país. “Hemos fallado a nuestros mayores como generación”, nos recordaba hace unos días Miguel Montero en Palabras Mayores. Pero, precisamente, por todo esto, es el momento de hablar de envejecimiento saludable y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado, tal y como estaba previsto, la Década del Envejecimiento Saludable 2021-2030.

En 2020, la población mundial de 60 años o más era de un poco más de mil millones de personas, lo que representa el 13,5% de la población mundial de 7.800 millones. Ese número es 2,5 veces mayor que en 1980 (382 millones), y se prevé que alcance casi los 2.100 millones en 2050.

Por eso, el Decenio, nos recuerda la OMS, “se centra en lo que se puede hacer por las personas en la segunda mitad de sus vidas. Aborda cuatro áreas de acción en múltiples niveles y en múltiples sectores con el fin de promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la capacidad autónoma y habilitar las capacidades funcionales”. Para eso, la OMS ha fijado cuatro áreas de acción en las que, además, las personas mayores deben jugar un papel protagónico, no como receptoras de políticas públicas, sino como coproductoras de las mismas. Estas son las áreas:

  1. Cambio la forma en que pensamos, sentimos y actuamos frente a la edad y el envejecimiento;
  2. Garantizar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores;
  3. Prestar atención integral centrada en la persona y servicios de salud primaria que respondan a las necesidades de las personas mayores;
  4. Brindar acceso a cuidados de larga duración para las personas mayores que los necesitan.

Juntas, insiste la OMS, estas acciones deberían fomentar un envejecimiento saludable y mejorar el bienestar de las personas mayores.

Para el lanzamiento de la década, la OMS ha publicado un prolijo informe base de la que partimos (aún no traducido al español: descargar la versión en inglés). El informe parte de un análisis minucioso y comparativo de la situación de las personas mayores en 42 países y ha demostrado que, al menos, el 14% de las personas mayores en el análisis no pueden satisfacer sus necesidades básicas, es decir, dentro de su entorno, no pueden vestirse, obtener y tomar sus medicamentos o administrar su propio dinero, facturas o finanzas.

Pero esta década no es sólo para mejorar la condición de ese 14% de personas. Se trata de fomentar en todos y todas “el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que permita el bienestar en la vejez” y eso se consigue con medidas de largo aliento y recorrido y con una conciencia al respecto que incida en la segunda mitad de la vida.

La OMS nos recuerda que “en todas las edades hay mucha diversidad en las capacidades intrínsecas de las personas mayores: todas las capacidades físicas y mentales que una persona puede aprovechar. Aunque las disminuciones [de capacidades] ocurren con la edad para muchas personas mayores, las disminuciones no son inevitables: algunas personas en las edades más avanzadas (90+ años) tienen la misma capacidad que aquellas en edades más jóvenes (60-64 años)”.

Por eso, a medida que las personas envejecen, sus necesidades de salud tienden a volverse más crónicas y complejas. Es necesaria una transformación en la forma en que se diseñan los sistemas de salud, incluidos los servicios primarios de salud, para garantizar un acceso asequible a servicios integrados que se centren en las necesidades y los derechos de las personas mayores. Además, la creación de entornos y comunidades amigables con las personas mayores requiere la colaboración y coordinación entre múltiples sectores y con diversas partes interesadas, incluidas las personas mayores.

El informe base señala que, a pesar de las numerosas contribuciones de las personas mayores a la sociedad y su amplia diversidad, las actitudes negativas sobre las personas mayores son comunes en todas las sociedades y rara vez se cuestionan. Los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas en función de su edad, lo que se conoce como discriminación por edad, afecta a personas de todas las edades, pero tiene efectos particularmente perjudiciales sobre la salud y el bienestar de las personas mayores. Todos los países necesitan programas para reducir y eliminar la discriminación por edad en varios sectores, incluidos la salud, el empleo y la educación, y campañas para aumentar el conocimiento público y fomentar la diversidad.

UNATE, la Universidad Permanente, se declara comprometida con esta Década del Envejecimiento Saludable y se alía con la Fundación Patronato Europeo del Mayor (PEM) y con otras entidades privadas y públicas para reforzar en las personas mayores la capacidad para satisfacer las necesidades básicas para asegurar un nivel de vida adecuado (como poder pagar una dieta adecuada, ropa, vivienda adecuada y servicios de atención médica y de atención a largo plazo, incluidos medicamentos), la capacidad para aprender, crecer y tomar decisiones (fortalecer la autonomía, dignidad, integridad, libertad e independencia de la persona), la capacidad de la movilidad (para completar tareas diarias y participar en actividades), la capacidad para construir y mantener relaciones (con los niños y niñas, y la familia, compañeros íntimos, vecinos y otros), y la capacidad para contribuir a la sociedad (por ejemplo, ayudando a amigos, asesorando a personas más jóvenes, cuidando a los miembros de la familia, como voluntarios, realizando actividades culturales y/o trabajando).

Iremos compartiendo con todos los avances de esta década y las propuestas que los expertos plantean en el informe base.