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“La edad no puede ser motivo de expulsión del ejercicio de una ciudadanía plena. Las mujeres mayores no deben superar una doble barrera, por género y además por edad. La edad debe ser la oportunidad para las mujeres mayores actuales de conquistar los espacios que les han sido hasta ahora inaccesibles”. Así terminaban la conclusiones del último informe del ministerio de Sanidad sobre mujeres mayores de 65 años en España. Un documento que data de 2011, hace 11 años. Entre entonces y ahora, cientos de manifestaciones multitudinarias por los derechos de las mujeres, declaraciones solemnes sobre la sociedad de la igualdad, algunas leyes y papeles que hablan en genérico de las mujeres y pocos, muy pocos avances, para las mujeres mayores que viven en 2022.

Este 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y desde UNATE, La Universidad Permanente, y Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM) consideramos que es el día de todas y cada una de las mujeres mayores: todas trabajadoras, la mayoría sin haber tenido a lo largo de su vida los mismos derechos que los hombres, todas fundamentales para que la vida y los cuidados sean posibles en una sociedad que hace tiempo las cargó con tareas imprescindibles, pero invisibilizadas cuando no ninguneadas.

La realidad es que entre aquel 2011 y este 2022 el número de mujeres con 65 o más años en Cantabria ha aumentado en 2,05 puntos, pasando de suponer el 11% del total de la población a ser ahora un 13% (el último dato del ICANE es de julio de 2021). Si le ponemos números, significa que en nuestra comunidad autónoma residen, al menos, 76.209 mujeres que son consideradas por las estadísticas como mayores. No es un grupo homogéneo y no ha transcurrido igual este periodo de 10 años para todas. Mientras en 2021 había 9.705 mujeres más que en 2011 entre los 65 y los 74 años, y se contabilizaban 4.045 más de mujeres con 80 años o más, en el grupo de edad entre los 75 y los 84 se registraban 2.612 menos en 2021 respecto a 2011.

Ahora sabemos mucho más sobre cómo están, gracias a la investigación que han realizado UNATE y Fundación PEM respecto a cómo les afectan los factores externos e internos. Por este estudio sabemos que la precariedad económica y la falta de estudios formales afectan al grado de soledad no deseada que experimentan las mujeres y cómo –y quizá es lo más alarmante- las redes de apoyo basadas en las amistades se resienten de forma acelerada cada año que pasa.

Sin embargo, nuestro trabajo cotidiano sobre el terreno junto y con las mujeres mayores nos enseña también que, aunque no hay dos mujeres iguales en el grupo etario de 65 años o más sí hay una capacidad compartida de resiliencia, de reinventarse y de tejer alianzas de cuidados mutuos muy poderosa. Son las mujeres especialmente las que llenan nuestras aulas o participan en las actividades que proponemos, son otras mujeres –esta vez más jóvenes pero también en un porcentaje abrumador- las que componen el tejido de apoyo que forman trabajadoras sociales, sicólogas, personal sanitario, concejalas de pequeños municipios, etcétera. Todas ellas, mujeres mayores y jóvenes trabajan para “conquistar los espacios que les han sido hasta ahora inaccesibles” y cada día avanzan. Puede parecer un trabajo silencioso, pero en realidad su rumor es ensordecedor. Las mayores dejan un legado de lucha y trabajo constante para abrirse espacios; las que son algo más joven saben escuchar y apoyarse en las más veteranas, las niñas ven el ejemplo en sus madres, abuelas y vecinas, y todas, todas ellas, nos ayudan al resto a entender que no seremos una sociedad decente hasta que cada una de estas mujeres pueda ejercer los derechos que le son inherentes, pero ante los que muchas veces se les levanta barreras difíciles de flanquear.

Esta semana muchas de las socias, alumnas y participantes de las acciones y actividades de UNATE y de Fundación PEM estarán a vuestro lado en concentraciones, conciertos, manifestaciones, meriendas, encuentros, debates… Muchas de ellas son mujeres con una biografía compleja que tuvieron que crecer y abrirse camino en una sociedad profundamente injusta con ellas. Así que, aprovéchalas, no juzgues y, ante todo, escúchalas y genera los espacios necesarios para celebren este día desde sus lógicas y con sus ritmos. Los ritmos de una vida caminada y sobrevivida.