- Un grupo de mujeres mayores recogen sus reivindicaciones en un vídeo en el que exigen ser visibles en el 8M.
- “No hay edades para el feminismo”, recuerdan estas viejas libres que aseguran que, en materia de igualdad, “lo que no es un paso adelante, es un paso atrás”.
Pie de foto: Julias, de Marina Strukelj | Archivo UNATE
En Cantabria viven 77.000 mujeres de 65 o más años y quieren dejar de ser invisibles para familias, instituciones públicas e, incluso, movimientos feministas que, cuando hablan de mujeres, no tienen en cuenta a este inmenso colectivo diverso.
Por eso, un grupo de estas mujeres mayores de Cantabria, articuladas alrededor de UNATE, La Universidad Permanente, y de la Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM, han lanzado una campaña con el lema “Mujeres mayores visibles en el 8M”, para evidenciar la doble discriminación que sufren “por mujeres y por viejas”.
Denuncian así la combinación de machismo y edadismo que hace que no figuren “como mujeres” en muchas agendad.
Enlace al vídeo: Mujeres Mayores Visibles en el 8M
Decenas de estas mujeres mayores de varios municipios de Cantabria (Santander, Comillas o Ramales de la Victoria, entre otros) han publicado un vídeo que responde al manifiesto común que han elaborado de cara al 8M en el que piden que “sus deseos, necesidades y derechos sean reconocidos y puestos en valor”. “Lo hacen desde una seguridad impresionante, pero también con cierta rabia por la desaparición de sus intereses de muchos debates públicos”, explica Mónica Ramos Toro, directora técnica de UNATE y Fundación PEM y una de las gerontólogas feministas más reconocidas en el país.
Las mujeres que participan en esta campaña revindican que “las viejas sostienen el mundo” y reclaman su derecho a tomar sus propias decisiones —“a elegir en qué asuntos o temas familiares queremos implicarnos, y en cómo hacerlo”—. Explican que su “opinión no cuenta porque son mujeres y mayores”, pero recuerdan: “Cuando envejecemos seguimos aportando y sosteniendo la vida en mayor medida que los hombres”.
El repertorio de reivindicaciones es amplio: “Las pensiones de viudedad son las más bajas, aunque hayamos trabajado toda la vida y sigamos haciéndolo”; “Las mujeres mayores nunca nos jubilamos porque seguimos trabajando en casa, aunque no se reconozca este trabajo”; “Mientras nosotras, las mujeres mayores, estemos vivas, somos personas sexuales (…) Si hablamos de nuestra sexualidad nos consideran locas o salidas”; “Queremos mujeres viejas y que no respondan al canon de belleza en el cine”; “Nos hubiera gustado poder estudiar cuando éramos niñas. Por eso, nos gusta tener la oportunidad de formarnos ahora que somos mayores”, o “Las mujeres maduras tienen menos oportunidades laborales que los hombres maduros”.
También hay espacio para recordar a los movimientos feministas la invisibilidad de las reivindicaciones de las mujeres mayores, unas mujeres, que como recuerdan, han reivindicado sus derechos “a los 15 años, a los 30, a los 60…”. “No hay edades para el feminismo”, insisten estas viejas libres: “Juntas somos más fuertes”.
Ellas dicen estar sorprendidas porque no se haya avanzado más en materia de igualdad —“creímos que nuestras hijas no tendrían que luchar por lo mismo que nosotras” y terminan asegurando que: “Seguiremos luchando por nosotras las mujeres. Lo que no es un paso adelante, es un paso atrás”.
En UNATE y Fundación PEM, las dos entidades sin ánimo de lucro que lideran el trabajo con las personas mayores en Cantabria, llevan años trabajando los elementos diferenciales del envejecimiento de las mujeres y en su entorno se hace un fuerte trabajo sobre igualdad, corresponsabilidad en el mundo de los cuidados o derechos de las mujeres mayores. “La fuerza de estas mujeres es impresionante. Muchas llevan décadas trabajando para que sus derechos se reconozcan y respeten; otras, abren los ojos superando ya los ochenta años gracias al apoyo mutuo y el trabajo comunitario con otras mujeres”, explica Mónica Ramos Toro, directora técnica de ambas entidades y antropóloga y gerontóloga feminista. “Es cierto que hasta hace poco las mujeres mayores no formaban parte de las reivindicaciones del movimiento feminista, pero también es verdad que se están haciendo un sitio merecido y que pueden ser muy valiosas”, concluye.