Skip to main content

Es probable que no haya visto nada (o casi nada) en televisión. Pero así de invisibles son las personas que viven en residencias de mayores en este país. Que no se haya visto, no significa que no haya sido histórica la concentración de unas 5.000 personas en Madrid que han reclamado otro modelo de residencias y de cuidados. “Hemos matado a 35.000 personas. La sociedad entera seremos responsables de conducta criminal si pasamos la página en blanco en la investigación de la masacre que se vivió en las residencias españolas”, interpelaba el manifiesto de la concentración leído por la periodista Rosa María Artal.

Los familiares de las personas residentes, aglutinados en la Plataforma Estatal de Organizaciones de Familiares y Usuarias de Residencias para Mayores y para Personas Discapacitadas han advertido sobre la lentitud y la falta de decisión en las comunidades autónomas en este cambio de modelo: “Nos tememos que una gran mayoría de estas autonomías pretenden perpetuar el actual modelo inmundo, privatizado, mercantilista, humillante y vejatorio que prima en las residencias españolas desde hace ya lustros”.

Las organizaciones que se han manifestado, llegadas, por ejemplo, de Valencia o de Galicia, han reclamado la acción de la Fiscalía, que sigue sin investigar situaciones tan graves como el protocolo de la Comunidad de Madrid que impedía llevar a las personas mayores de las residencias a los hospitales en la primera ola de la pandemia. “Pedimos, exigimos, por enésima vez que Parlamentos y Justicia entren en las residencias para construir ese relato imprescindible que posibilite un cambio de rumbo para dejar atrás de una vez por todas la situación inmunda”.

La manifestación, realizada el sábado 17 de septiembre en el centro de Madrid, mostró pancartas con lemas como “A su robar, hoy llaman privatizar”, “Dignidad y respeto”, “Derechos humanos al anciano” o “Sin enfermeras no hay cuidados”. Francisco Muñoz, un hombre de 74 años llegado desde Elche, manifestaba a ElDiario.es: “Nos han tenido abandonados y olvidados. Cuando vino la pandemia hubo tal caos que nos contagiamos todos. No han sabido manejar la situación. Falleció bastante gente. Mucho abandono”.

Según el IMSERSO, en las residencias han muerto unas 32.000 personas mayores, de las que 20.000 perdieron la vida en los primeros meses de la pandemia.

En el caso de Cantabria, resulta preocupante que no haya un debate público sobre lo ocurrido. Aunque las cifras absolutas (115 residentes fallecidos entre marzo y abril de 2020) no son comparables con las de Madrid o Cataluña, sí es cierto que el 37,4% de las personas mayores fallecidas a consecuencia del Covid-19 en las residencias de la región nunca fueran trasladadas a un hospital. En Cantabria se estableció un centro intermedio (CAD San Miguel) donde se derivaron personas con Covid que no podían estar aisladas en sus residencias habituales. Cuando superaban al enfermedad, volvían a su centro. La investigación realizada por el periódico Infolibre muestra cómo Cantabria está en el rango bajo de fallecidos sin derivar a hospitales.